TEMA ESPECIAL: PRINCIPIOS RUDIMENTARIOS (stoicheia)
Este término (stoicheia) es definido como:
1. Principios fundamentales (ver Heb. 5:12; 6:1)
2. Elementos básicos del mundo, tales como tierra, viento, agua o fuego (ver 2 Pe. 3:10,12)
3. Espíritus primarios (ver Ga. 4:3, 8-9; Col. 2:8; Ef. 6:10-12)
4. Cuerpos celestiales (ver Enoch 52:0-10 y los Padres de la iglesia primitiva quienes pensaban se refería a las siete esferas planetarias, ver Baur, Arnt, Ginrich y Danker en, A Greek English Lexicon of the New Testament, pág. 776).
La etimología básica era “una cosa en una serie de cosas” o “lista”.
Pablo veía la vida como una lucha espiritual (ver Ro. 7; Ef. 2:2-3; 6:10-18). Los humanos eran acosados por la maldad interna (una naturaleza caída, ver Gn. 3), por un sistema mundano caído (ver Gn. 3) y por un mal personificado (Satanás, lo demoniaco y la stoicheia).
James Stewart en, A Man in Christ, tiene un comentario interesante:
“El pecado no era algo que el hombre hacía; sino algo que tomaba posesión de él, algo que él era, algo que lo convertía en un abierto enemigo del Dios que lo amaba. Le traía consecuencias negativas externas: ‘todo lo que hombre sembrare, eso también segará’. Pero más espantoso aún eran sus resultados internos. Atormentaba la consciencia: ‘¡Miserable de mí!’, decía, trayendo la voluntad a una esclavitud despreciable: ‘pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago’. Destruía el compañerismo con Dios; todos los hombres estaban ‘destituidos’, ‘sin Dios en el mundo’. Endurecía el corazón y cegaba el entendimiento y entorpecía el sentido moral: ‘Dios les entregó a una mente reprobada’. Destruía la vida misma: ‘la paga del pecado es muerte’.
Tal es la estimación del Apóstol en cuanto a la sobrecogedora gravedad del pecado. Y, a través de todo ello, aun cuando el pecado es considerado como una fuerza externa esperando tomar ventaja de la frágil naturaleza humana, Pablo no hace concesión alguna al hecho de la responsabilidad personal. Principados y potestades pueden están al acecho, esperando atacar, pero al final del hombre es la completa elección, de él es la decisión, de él la responsabilidad y suya es la condenación” (págs. 106-107).
Sin embargo en su libro Christ and the Powers, Hendrick Berkhof declara que estos poderes son estructuras impersonales (tales como la política, la democracia, las clases sociales, las costumbres o tradiciones públicas, los deportes, la educación, la medicina, etc.) en existen en nuestro mundo natural, caído, que tienden a unificar a la humanidad apartada de Dios (ver la pág. 32). Esta estructuras impersonales se convierten en la manera en que la humanidad trata de suplir sus propias necesidades (es decir, con el humanismo). No son malas en sí mismas, pero se convierten en malas cuando ellas son la meta suprema. Esta interpretación encaja en los ejemplos bíblicos.
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