TEMA ESPECIAL: SATÁN, SATANÁS

 

Este es un tema muy difícil por varias razones:

1. El Antiguo Testamento no revela un enemigo acérrimo del bien, sino un siervo de YHWH (vea A. B. Davidson, Teología del AT, páginas 300-306), quien ofrece a la humanidad una alternativa y también la acusa de acciones pecaminosas. Sólo hay un Dios (vea el Tema Especial: Monoteísmo), un poder y una causa en el Antiguo Testamento: YHWH (vea Isaías 45:7; Amos 3:6).

2. El concepto de un enemigo acérrimo de Dios se desarrolló en la literatura interbíblica (no canónica) bajo la influencia de las religiones dualistas persas (Zoroastrismo). Esto a la vez, influenció grandemente el Judaísmo rabínico y a la comunidad esenia (o sea, Los Rollos del Mar Muerto).

3. El Nuevo Testamento desarrolló los temas del AT, en categorías sorprendentemente puras, pero particulares.

 

Si uno se acerca al estudio del mal desde la perspectiva de la teología bíblica (es decir, considerando cada libro, autor o género y estudiándolos y bosquejándolos por separado), entonces nos serán revelados puntos de vista muy diversos en cuanto al mal.

Sin embargo, si uno se acerca al estudio del mal desde una comprensión no bíblica o extrabíblica de las religiones del mundo o de las religiones orientales; entonces mucho del desarrollo neotestamentario es presagiado por el dualismo persa y el espiritismo grecorromano.

Pero si uno está presupuesta y totalmente sometido a la autoridad divina de las Escrituras (como yo lo estoy), entonces el desarrollo del Nuevo Testamento debe de verse como una revelación progresiva.  Los verdaderos cristianos deben guardarse y no permitir que el folclor judío o la literatura occidental (de Dante, o Milton) influencien más el concepto. Ciertamente hay misterio y ambigüedad en torno a esta área de la revelación. Dios ha escogido no revelar todos los aspectos del mal, su origen (vea el Tema Especial: Lucifer), su desarrollo y propósito; ¡pero nos ha revelado su derrota!

 

En el Antiguo Testamento, los términos “Satanás” o “Acusador” (BDB 966, KB 1317) pueden relacionarse con tres grupos separados:

  1. Los acusadores humanos (1ro. de Samuel 29:4; 2do. de Samuel 19:22; 1ro. de Reyes 11:14, 23,, 25; Salmo 109:6, 20, 29)
  2. Los acusadores angelicales (Números 22:22-23; Job 1-2; Zacarías 3:1)

1.       El ángel del Señor – Números 22:22-23

2.       Satanás – 1 Cr. 21:1; Job 1-2; Zac. 3:1

  1. Los acusadores demoniacos (1ro. de Crónicas 21:1; 1ro. de Reyes 22:21; Zacarías 13:2).

No fue sino hasta más tarde durante el período intertestamentario que la serpiente de Génesis 3 se identificó con Satanás (Libro de Sabiduría 2:23-24; II Enoc 31:3) y posteriormente se convirtió en una opción rabínica (ver, Sot 9b y Sanh 29a).  En Génesis 6, los “hijos de Dios” se transforman en ángeles en I Enoc 54:6.  Menciono lo anterior, no porque se trate de una afirmación adecuada desde el punto de vista teológico, sino para demostrar su desarrollo.  En el Nuevo Testamento estas actividades del Antiguo Testamento son atribuidas a los ángeles que personifican el mal (2da. de Corintios 11:3; Apocalipsis 12:9).

 

El origen de la personificación del mal es difícil o imposible (dependiendo de su punto de vista) de determinar desde el Antiguo Testamento. Una razón para ello es el fuerte monoteísmo del pueblo de Israel (vea el Tema Especial: Monoteísmo, y también estudie 1 Reyes 22:20-22; Ec. 7:14; Isaías  45; 7; Amós 3:6). Todas los eventos que sucedían eran atribuidos a YHWH para demostrar Su supremacía única  (véase Isaías 43:11; 44:6, 8, 24; 45:5-6. 14. 18, 21-22).

Fuentes que contienen posible información son: (1) Job 1-2, donde Satanás es uno de los “hijos de Dios” (es decir, ángeles) o (2) Isaías 14 y Ezequiel 28, donde los reyes orgullosos del Oriente Medio (de Babilonia y Tiro) posiblemente son usados para ilustrar el orgullo de Satanás (véase 1ra. de Timoteo 3:6). Tengo emociones encontradas en cuanto a esta manera de interpretación.  Y es que Ezequiel usa la metáfora del Jardín del Edén, no sólo para el rey de Tiro como Satanás (véase Ezequiel 28:2, 12-16), sino también para el rey de Egipto, como el Árbol del Conocimiento del Bien y el Mal (Ezequiel 31). Sin embargo, Isaías 14, en especial los versículos 12-14, parecen describir una revuelta angelical provocada por el orgullo. Si Dios quiso revelarnos la naturaleza específica y el origen de Satanás, resulta ser esta una manera tangencial de hacerlo. Debemos cuidarnos de la tendencia que crea  la Teología Sistemática de tomar pequeños textos ambiguos de los diferentes testamentos, autores, libros y géneros y  combinarlos como piezas de un rompecabezas divino.

Más bien estoy de acuerdo con Alfred Edersheim en, La Vida y los Tiempos de Jesús el Mesías, Volumen 2, apéndices XIII [páginas 748-763] y XVI (páginas 770-776), donde expone que el judaísmo rabínico fue muy influenciado por el dualismo persa y la especulación demoniaca.  Los rabinos no son una buena fuente de información en esta área particular, ya que Jesús difiere radicalmente de las enseñanzas de la sinagoga sobre este tema. Creo que el concepto de un ángel archienemigo de YHWH se desarrolló a partir del concepto de los dos dioses supremos del dualismo iraní Ahkiman y Ormaza, y que este concepto fue después desarrollado por los rabinos a través del dualismo bíblico de YHWH y Satanás.

Realmente existe una revelación progresiva en el Nuevo Testamento en lo que se refiere a la personificación del mal, pero no tan elaborada como la de los rabinos. Un buen ejemplo de esta diferencia es la “guerra en el cielo”.  La caída de Satanás es una necesidad lógica, pero no se nos da la información específica (vea el Tema Especial: La Caída de Satanás y Sus Ángeles). Aun lo que se sabe está velado en género apocalíptico (vea, Apocalipsis 12:4, 7, 12-13). Pese a que Satanás fue derrotado por Jesús y exiliado a la tierra, aun funciona como un siervo de YHWH (Mateo 4:1; Lucas 22:31-32; 1ra. de Corintios 5:5; 1ra. de Timoteo 1:20).

Debemos restringir nuestra curiosidad en este tema. Existe una fuerza personal causante de maldad y de tentación, pero también hay un solo Dios y todavía la humanidad es responsable de sus decisiones. Hay una guerra espiritual, tanto antes de la salvación como después de ella. La victoria solamente puede venir y permanecer en y a través del Dios Trino. ¡El mal ha sido derrotado y desaparecerá (ver Ap. 20:10)!

 

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